Roatán, Islas de la Bahía, dicen que el Caribe guardó un secreto muchos años. Colores en un arrecife rico y biodiverso, paisaje con horizonte azul turquesa y montañas cubiertas de selva tropical serían las señas en el mapa que lleva a este tesoro natural hondureño. Sus islotes y cayos son la forma que tiene el Caribe de explicar el paraíso. La seña definitiva de que has llegado es que caminas por sus aguas viendo tus huellas en el fondo de arena fina, casi color marfil. Ahora, un millón de personas al año encuentran ese mapa y lo siguen en aviones directos, cruceros y ferris, para encontrarse con un tesoro que no cabe en un cofre.
Utila, Islas de la Bahía, un paraíso natural, un imán para buzos y un escenario submarino para el arrecife coralino más grande de América; una reserva con manglares, humedales y sabanas tropicales; una escuela internacional; un punto de encuentro con el tiburón ballena; una estación de investigación y el hogar del swamper, una iguana endémica de la isla. Es uno de los lugares más seguros y baratos del mundo para obtener las licencias de buceo PADI de todos los niveles. Por eso, miles de personas llegan de todas partes para entrenarse en el patio de lujo de sus escuelas de buceo: el Arrecife Mesoamericano.
Guanaja, Islas de la Bahía, tranquilidad, belleza marina y submarina, aventura y barcos piratas son cinco de los ingredientes de esta “Isla de los Pinos” que se te queda en el paladar como el ceviche, la langosta o el tapado de coco que tomas mientras el Caribe olea a unos metros. Su costa, escondite de piratas españoles e ingleses y sembrada de naufragios, te ofrece aventura. La forma en la que Guanaja se integra en los 700 km de barra coralina del Arrecife Mesoamericano, aviva un paraje distinto para buceadores expertos o principiantes, a poca o mucha profundidad. Aquí buceas o haces esnórquel inmerso en colores y rodeado de cientos de especies de peces y quizás delfines.
Cayos Cochinos, Islas de la Bahía, es un archipiélago, formado por dos pequeñas islas y cayos más pequeños, envuelto por el Mar Caribe. Es uno de esos lugares capaces de definir la palabra “paraíso”. Su riqueza natural ofrece playas y vida submarina, para vivir experiencias placenteras con 360º de océano azul turquesa en el horizonte. Los Cayos Cochinos están ubicados a 12 km y medio al noroeste de La Ceiba. Sus arrecifes coralinos, parte del segundo arrecife más grande del mundo, son ideales para hacer esnórquel entre especies de los colores más vivos. Sus aguas, cristalinas y cálidas, rodeadas por el Caribe y con suelo de arena blanca, son una invitación vital, más cercana de lo que imaginas.
Amapala, Valle, si tomas una panga en el embarcadero de Coyolito, llegas en 15 minutos a la única isla centroamericana que ha sido capital (para la asunción de Marco Aurelio Soto en 1876), fortín del pirata Drake en el siglo XVI y el principal puerto hondureño del Pacífico hasta principios del XIX. Amapala te recibe con un muelle reconstruido y parte del centro histórico restaurado por cooperantes andaluces. Puedes darle una vuelta completa por una calle que también te lleva a sus comunidades y a las playas, o alcanzar la cima del cerro en cerca de 3 horas. Al final del día, los atardeceres en el golfo son un agazajo para los sentidos, que maravilla con la misma intensidad de sus rojos y naranjas relevando a los azules gastados por el día, mientras se hunden en el mar para que emerja la noche. No importa cuántas veces lo hayas visto, el ocaso desde Amapala y en ella, desde Playa Grande, es una de esas memorias que quieres refrescar en vivo.
Isla de Los Pájaros, Valle, un famoso islote que es el hogar de miles de plumíferos, especialmente visitado por los amantes del avistamiento de aves. Cuenta con diversas especies de aves de manglar, como ser: garzón blanco, cigüeñas, loquillos y hasta espátulas rosadas. La mejor hora para disfrutar de ver estas aves es al atardecer cuando nubes de pájaros regresan a este pedacito de tierra para dormir. Una experiencia única que no puede perderse.